Genesis



El viaje había comenzado hacía ya mucho tiempo. Su civilización se sabía condenada y decidieron abandonar el planeta antes del desastre final. Tenían la tecnología para escapar pero no la suficiente para encontrar un planeta cercano que fuera apto para ellos, así que enviaron miles de naves en diferentes direcciones con la esperanza de que alguna de ellas encontrara un sitio adecuado y lo comunicara a las demás. Pero ya había transcurrido demasiado tiempo; incluso para ellos. No eran inmortales y requerían recursos para sobrevivir cuando los que se habían procurado en sus naves se agotaran. Y se habían agotado hace ya bastante tiempo. Una de las naves decidió que no todo se perdería. Acondicionaron una pequeña cápsula para que 40 de los suyos entraran en crió hibernación y flotarán por el espacio mientras el combustible nuclear durara. Hicieron intensivos análisis de posibles sectores con probabilidad de encontrar planetas y se decidieron por un cumulo nuevo al borde de la galaxia vecina. Parecía prometedor pero estaba a una distancia casi imposible; dedicaron sus últimos años para acercarse lo mas posible y acondicionaron la cápsula con el mínimo de sistemas para optimizar la carga de combustible. Su esperanza ahora estaba confinada a un montón de metal liquido que encerraba a 40 seres a punto de no despertar jamás. Y así de pronto el sistema de navegación detectó un campo gravitatorio débil pero con la suficiente fuerza para llevarlos cerca de la estrella amarilla que prometía vida. La gravedad del gigante de gas los impulso a los planetas interiores y por fin a su destino. El sistema navegador agoto su capacidad cuando calculo el sitio para aterrizar. El planeta era cálido y el lugar elegido era suave y libre de peligros. Los sistemas de sustentabilidad de vida se apagaron y las capullos de los cuarenta seres poco a poco los trajeron de vuelta a la vida. Al despertar todos se miraron y no se reconocían. Miraron a su alrededor y no había nada que les dijera quienes eran o de donde provenían. La compuerta se abrió y salieron para conocer su nuevo planeta. Era hermoso y si su memoria se había perdido tenían a todo el futuro por delante. Eran cuarenta y su nueva misión era reproducirse y sobrevivir.
Con el tiempo prosperaron y desarrollaron una prometedora civilización en su hermoso planeta de tenues rojos. Algunas veces miraban a las estrellas y sentían nostalgia pero habían olvidado el porqué. A pesar de crecer y ser una civilización floreciente y fresca no se sentían en casa. Los restos de su nave se conservaban como algo sagrado y quizás en algún tiempo futuro pudieran hacer funcionar el proyector holográfico en el cual se describía toda su historia y todos sus conocimientos. Por ahora tenían cosas mas apremiantes de que preocuparse. El clima había cambiado drásticamente en los últimos tiempos y el enorme volcán no dejaba de expulsar ceniza. Aún no lo sabían pero en caso de tener que volver a dejar el planeta, esta vez tenían a un vecino azul verdoso que los estaba esperando.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mujeres asesinas

Mil Millones

Aidee (microcuento)