Cupido y yo



 La relación con mi cupido a lo largo de toda mi vida ha sido, digamos, "extraña". Y digo "mi cupido" porque pienso que todos tenemos uno distinto de los demás; algo así como cada quien tiene su ángel de la guarda. Al principio pensaba que el cupido que me había tocado era medio pendejo pero con el pasar de los años he conocido gente a la que en verdad les tocaron cupidos extremádamente pendejos, así que creo que no puedo quejarme mucho de la pendejez de mi cupido. Creo que debe ser un requisito escencial ser pendejo para ser cupido, así como lo son ser ciego y ser gordo.
  Algo que debo de decir en favor de mi cupido es que siempre ha tenido buen gusto, cruel, pero buen gusto al fin y al cabo. Eso de que te enamores de mujeres que son como mínimo "casi imposibles" a "super imposibles" no esta nada padre. Y claro que algo que podría ayudar un poco sería el hecho de que yo fuera algo así como un super galán pero la triste realidad es que no lo soy, al menos no para los estándares de ahora. Y aún así, creo que no me ha ido tan mal pero no gracias a mi cupido. Si he logrado algo ha sido por esfuerzo propio y quizás alguna vez ayudado por circunstancias muy raras que ni yo he comprendido bien a bien. Tal vez aquella niña de los ojos azules solo me hizo caso para ver que se sentía salir con alguien morenito o aquella chica que utilizaba su corazón para congelar gansitos pensó que era buena idea congelarme a mi. Ahora que lo de la bailarina exótica tengo que aclarar que si sé que paso pero prefiero no contarlo. Otro caso chistoso fue el de la colombiana que quería legalizarse y me vio como trampolín para ser mexicana; lástima que la caché en la mentira y todo gracias al "facebook". Mi cupido sera pendejo pero yo no lo soy...tanto.
  Hubo un tiempo en que esas flechas que traen todos los cupidos y que están impregnadas del veneno mas mortal conocido por el hombre, parecían ya no surtir efecto en mi. Mi cuerpo después de tanta vapuleada y madrizas indiscriminadas desarrollo antídotos para el amor. O eso creía. El maldito gordo yo creo que se enojo al verme tan feliz y como todos los cupidos llevan clases de química orgánica avanzada y un taller de "vudu para dummies" hizo mas potente el veneno de sus flechas y para mi buena fortuna o para mi desgracia (todo es cuestíon de perspectiva) surtió un efecto poderoso y de muy larga duración. Lo bueno es que siguió con el buen gusto y hasta puedo decir que ahora si se lucio. Escogió a una mujer bella, inteligente y para fines prácticos, perfecta. Lo malo es que esta dentro de la categoría de "super imposibles". Ya me ha mandado de vacaciones con todo pagado a la "friendzone" y no una sino dos veces pero siendo sincero no me importa mucho; digo, eso me convierte automáticamente en el presidente constitucional de la friendzone por toda la eternidad y tengo pensado cobrar muchos impuestos pero esa historia la contaré en otro momento. El caso es que a pesar de que mi cupido es pendejo y cruel y que no me tiene en muy buena estima, tengo que agradecerle por haber hecho el milagro mas grande que puede existir en la vida de cualquier ser humano. Hoy amo a una persona que sé no podrá hacer lo mismo por mi y sabiéndolo aún así la sigo adorando. Los momentos que paso a su lado me hacen inmensamente feliz y verla reír, ver su cabello, ver su seguridad hacen que me sienta dichoso. El amor en tiempos de las redes sociales, del buen fin y de los smartphones se esta volviendo cada vez mas escaso, cada vez menos. No sé si algún día desaparecerá del todo pero en mi ha surtido un efecto que me impulsa a ser mejor como persona aún en contra de mi propia voluntad.
  La leyenda cuenta que cupido trae dos tipos de flechas, unas con la punta de oro que hacen que te enamores y otras con punta de plomo que hacen que olvides. Prefiero mil veces sufrir por amor que aceptar el olvido. Y tengo una certeza: Mi cupido es tan pendejo que seguro perdió las flechas con punta de plomo.
  Se parece a mi.

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