La Canícula



Ella me miro fijo a los ojos. Yo no sabía si vendría una sonrisa o un golpe pero a decir verdad era lo menos que me importaba en ese momento; sus ojos negros tenían ese brillo que solo se encuentra el las estrellas. Imagino que mi cara de tonto y la mezcla de esperanza y miedo que tenía hacía muy cómico el momento para alguien que nos hubiera mirado en ese momento. Y por fin, luego de lo que me pareció una eternidad, sus carnosos labios dijeron que si.

La noche era inusualmente cálida aún para ser finales de Julio y a pesar de tener el aire acondicionado del carro a unos agradables 19 grados. Dentro de mi, la temperatura superaba con mucho la que se encuentra en el interior del Sol y por la respuesta que obtuve 15 mili segundos atrás, deduje que ella se encontraba en exactamente la misma situación. La verdad ya era mucho tiempo de andar dando vueltas y de disimular lo "correctos" que éramos. Y si lo éramos, o lo somos. Pero esta vez era el tiempo para dejarnos ir. Para conocernos de una forma más básica, más humana, más sincera.
Señales las había desde el principio. Las miradas largas, los labios húmedos, soltarse el pelo, las pequeñas insinuaciones que terminan en sonrisas, el roce de las manos, las largas platicas sobre cosas intranscendentales, los besos de saludo y despedida cada vez mas cerca de la boca, los emojis de corazoncitos en nuestras charlas por WhatsApp...Solo era cuestión de tiempo y yo sentía que el tiempo se me estaba acabando muy rápido.

Dos minutos antes todo era risas y de pronto un silencio incomodo pero oportuno. Yo venía manejando y pasando por una calle como miles de calles que uno se encuentra en la ciudad y ahí estaba un anuncio nuevo y muy luminoso que rezaba de la siguiente forma: "Para que tu amor imposible te diga por fin que si: Gran inauguración Motel La Canícula, solo hoy toda la noche gratis!"
Y a mi cerebro que suele ser muy pendejo en las cosas del amor, solo se le ocurrió elaborar la siguiente frase que originalmente estaba destinada a solo ser pensada pero por alguna extraña razón se exteriorizó en una voz tímida y titubeante: "¿Como vez si entramos y nos cogemos así bien rico?"

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