Para Siempre


Las historias de amor suelen terminar tristes. La mía no. 
Cuando la conocí ella era la vida misma. Siempre sonriente, siempre activa. Estaba en el equipo de voleybol y aunque no era muy alta, su saque no tenia igual. Tenía miles de pretendientes pero ella estaba más preocupada por otras cosas. Buscaba algo, solo ella sabía qué. Yo era su compañero de clase y la veía a diario. No eramos los grandes amigos pero tampoco nos ignorabamos. Un día en la clase de arte nos toco hacer equipo para una obra de teatro que presentaríamos al final del curso. Los ensayos solían llevarse a cabo en su casa y nos reuníamos los sábados para ensayar. Uno de esos sábados había un concierto de un grupo musical al cual fue todo mundo excepto yo y como era ensayo fui a su casa. Como nadie llegó, platicamos de miles de cosas y de lo que haríamos cuando fuéramos adultos. Ella soñaba con ser fotógrafa y trabajar en National Geographic para ir a tomar fotos al polo norte o al África. Me mostró sus albums de fotografías de gente de la escuela, de edificios, de mascotas y casi al final tenía una foto mía. Creo que no quería que yo la viera porque cuando llegó a ella intentó pasarla rápido pero la detuve. Simplemente nos miramos y sonreímos. Las palabras salieron sobrando.
El amor no se platica, no se habla, no se escribe, se demuestra, se vive; Y ella y yo lo hacíamos a cada segundo. Nunca le dije si quería ser mi novia y nunca ella me lo pidió. Nunca me preguntó por mis otras novias y yo jamás le vi sus mensajes del celular. Era simplemente amor como debe ser. Confiando en nosotros, siendo fieles a nuestros principios. Siendo libres estando juntos. Compartiendo el alma.
Cuando me detectaron leucemía deje de ir a la escuela. Las terapias eran duras y dolorosas pero lo soportaba todo porque cuando regresaba a casa sabía que ella estaría ahí. Con su sonrisa que iluminaba el mundo esperándome. Solo para mi. Se pasaba las tardes de todos los sábados contándome lo que había hecho en la universidad, mostrándome las fotos y los vídeos que realizaba. Al final yo ya no podía salir de casa; los médicos decían que ya era tiempo de despedirme y yo lo sabía. 
Abrí los ojos y la vi a un lado mío. Llevaba un cubre bocas pero al verme se lo quito para regalarme su sonrisa por última vez; me tomó de la mano y por primera vez me dijo que me amaba, que no sabía que iba a hacer sin mi. Con mucho esfuerzo tomé aire y con la voz más segura y firme que pude le pregunté que si quería ser mi novia, ella me miro y las lágrimas brotaron lentamente de sus ojos y un "si, para siempre" fueron las últimas palabras que escuché. 
Lleva mi foto, esa que no quería que yo viera casi al final de su álbum, siempre con ella; en todos sus viajes por el mundo, cumpliendo su sueño. Creó una fundación con mi nombre para salvar al oso polar y hace galerías para recolectar fondos y donarlos a PETA. En las noches cuando ella esta dispuesta a dormir, siempre me cuenta lo que hizo en su día y cierra sus ojos. Su sonrisa se apaga como el sol al atardecer. Me quedo a su lado, cuidando de ella. Amándola en la fría distancia de la eternidad. Para siempre.

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