Juegos de Seducción
Llegas al píe de mi cama y te quitas el sostén de encaje rojo Victoria Secret que me costo una pequeña fortuna y que siendo sinceros prefiero verlo en el piso...Tus senos son perfectos; del tamaño de mis manos y con la firmeza justa que le da la juventud...Me guiñas un ojo y te llevas lentamente tu dedo índice derecho a tus labios y lo haces recorrer su contorno un par de veces, se asoma un poco tu lengua traviesa y lo mojas con el elixir de mi vida, luego lo empiezas a bajar lentamente por la barbilla hacia tu cuello, sigue bajando y llegas a tu pezón izquierdo, comienzas a frotarlo primero y luego imprimes unos pequeños pellizcos lo que causa que se comience a poner erecto. Tu mano izquierda se une al juego y yo comienzo a sentir que el corazón se me quiere salir. La sangre que sale de él empieza a tomar el camino hacia las inglés y mis pupilas se dilatan para que la imagen celestial frente de mi penetre hasta la última fibra nerviosa de mi ser. El impulso de soltar mis manos y recorrer cada centímetro de tu cuerpo con mi lengua solo se frena por el placer de verte juguetear, de saber que en breve viajaremos juntos a un universo de emociones carnales, a otra dimensión en donde el dolor es placer y el placer se convierte en bendición; romperemos las leyes de la física y de dos nos haremos uno solo en cuerpo y alma. La química del amor se queda a un lado y no importan las endorfinas, feromonas, dopaminas y oxitocinas, lo único que nos mueve es el instinto primal, la lujuria, el ansía de saciarme en ti y tu en mi.
Tus manos siguen en tus senos y mi vista comienza a recorrerte en medio de una luz suave y tenue. Tu vientre se contonea lentamente y me hipnotiza el vaivén de tu trasero pequeño, redondo y cruelmente delicioso. Me conoces tanto y te das cuenta que me tienes. Tus manos cambian de dirección y bajan de súbito hacia tus piernas, te frotas las nalgas y te das unos golpes que retumban en mi cerebro como mil cañones al unísono. Tu mano derecha juguetea en tu monte de venus y muy suavemente tocas tus labios exteriores, tu vulva depilada solo la puedo imaginar ya que con la poca luz que nos cubre solo escucho tu respiración acelerada que poco a poco va llenando nuestra habitación. Yo sigo con mis manos atadas a la cabecera de la cama, completamente desnudo y esperando con morbo el momento que te canses de torturarme. Mi mente esta llena de tu cuerpo pequeño, de tu pelo lacio, castaño y hasta media cintura, de la lujuria de tu cara inocente que solo me excita mas. Te dejas de tocar y subes a la cama, te me acercas a gatas y te montas en mi pecho, bajas hacia mi y tus senos me quedan en la cara. Tus manos recorren mis brazos y mi piel se crispa en oleadas de sensaciones que no entiende. Solo hace para lo que esta diseñada. Responder al estímulo. Mi lengua se pasea por tus pezones y tus uñas van surcando todo el camino desde mis muñecas hasta el pecho, ahí clavas con mas fuerza y me marcas como se marcan a las reses para que todos sepan quién es su amo. Sonríes maliciosamente y me preguntas si me gusta...Ya sabes la respuesta...La has sabido desde siempre. me besas mis pezones y tu lengua me lame las heridas que dejaron tus uñas. Luego tus besos suben hacia mi cuello y esquivas mi boca, la cual de pura decepción te mordisquea el hombro y la clavícula. El calor es infernal y los jadeos comienzan a sincronizarse. Siento tu humedad en mi vientre y por fin tus labios se chocan con los míos. Las bocas se desbordan en la perfecta sincronía del frenesí y las lenguas se juntan, se lamen, se enredan. Te beso el cuello y el olor de tu pelo me eleva en el preámbulo de una orgía sensorial. De repente te levantas y te giras, vuelves a sentarte sobre mi pecho pero ahora tu trasero da hacia mi cara y te estiras hacia tu frente, alcanzando con tus manos mis pies. Tus uñas inician el recorrido por mis piernas subiendo hacia mi cadera, una y otra vez. Yo tengo la mejor vista del mundo. Mi boca alcanza tu trasero y lo beso, lo lamo, lo muerdo. Levantas un poco tu cadera haciendo mas fácil la "maniobra" y tus manos ahora comienzan a frotar mis testículos y mi miembro erecto. Las manos se hacen a un lado y es tiempo de la boca. Simplemente soberbio. El cielo se abre y no puedo pensar mas. Solo siento mi cuerpo que va explotando en progresión ascendente. La poca razón que tenía al inicio ya no existe mas. Solo queda mi parte animal. Nuestra parte animal. No hay reglas, no hay pudor. Solo sexo puro y simple. Sin ataduras, sin reclamos, sin vínculos afectivos. Solo somos dos seres que quieren llenarse del otro hasta mas no poder. El mundo se colapsa en si mismo, dejas de felarme, te levantas y te acuestas sobre mi, tu cara frente a la mía...Me miras con esa mirada de niña cachonda y traviesa que me hace recordar lo que vendrá...Respiro profundo y la sangre me sigue hirviendo por dentro.
-Tu turno- me dices, sonriendo...
Tus manos siguen en tus senos y mi vista comienza a recorrerte en medio de una luz suave y tenue. Tu vientre se contonea lentamente y me hipnotiza el vaivén de tu trasero pequeño, redondo y cruelmente delicioso. Me conoces tanto y te das cuenta que me tienes. Tus manos cambian de dirección y bajan de súbito hacia tus piernas, te frotas las nalgas y te das unos golpes que retumban en mi cerebro como mil cañones al unísono. Tu mano derecha juguetea en tu monte de venus y muy suavemente tocas tus labios exteriores, tu vulva depilada solo la puedo imaginar ya que con la poca luz que nos cubre solo escucho tu respiración acelerada que poco a poco va llenando nuestra habitación. Yo sigo con mis manos atadas a la cabecera de la cama, completamente desnudo y esperando con morbo el momento que te canses de torturarme. Mi mente esta llena de tu cuerpo pequeño, de tu pelo lacio, castaño y hasta media cintura, de la lujuria de tu cara inocente que solo me excita mas. Te dejas de tocar y subes a la cama, te me acercas a gatas y te montas en mi pecho, bajas hacia mi y tus senos me quedan en la cara. Tus manos recorren mis brazos y mi piel se crispa en oleadas de sensaciones que no entiende. Solo hace para lo que esta diseñada. Responder al estímulo. Mi lengua se pasea por tus pezones y tus uñas van surcando todo el camino desde mis muñecas hasta el pecho, ahí clavas con mas fuerza y me marcas como se marcan a las reses para que todos sepan quién es su amo. Sonríes maliciosamente y me preguntas si me gusta...Ya sabes la respuesta...La has sabido desde siempre. me besas mis pezones y tu lengua me lame las heridas que dejaron tus uñas. Luego tus besos suben hacia mi cuello y esquivas mi boca, la cual de pura decepción te mordisquea el hombro y la clavícula. El calor es infernal y los jadeos comienzan a sincronizarse. Siento tu humedad en mi vientre y por fin tus labios se chocan con los míos. Las bocas se desbordan en la perfecta sincronía del frenesí y las lenguas se juntan, se lamen, se enredan. Te beso el cuello y el olor de tu pelo me eleva en el preámbulo de una orgía sensorial. De repente te levantas y te giras, vuelves a sentarte sobre mi pecho pero ahora tu trasero da hacia mi cara y te estiras hacia tu frente, alcanzando con tus manos mis pies. Tus uñas inician el recorrido por mis piernas subiendo hacia mi cadera, una y otra vez. Yo tengo la mejor vista del mundo. Mi boca alcanza tu trasero y lo beso, lo lamo, lo muerdo. Levantas un poco tu cadera haciendo mas fácil la "maniobra" y tus manos ahora comienzan a frotar mis testículos y mi miembro erecto. Las manos se hacen a un lado y es tiempo de la boca. Simplemente soberbio. El cielo se abre y no puedo pensar mas. Solo siento mi cuerpo que va explotando en progresión ascendente. La poca razón que tenía al inicio ya no existe mas. Solo queda mi parte animal. Nuestra parte animal. No hay reglas, no hay pudor. Solo sexo puro y simple. Sin ataduras, sin reclamos, sin vínculos afectivos. Solo somos dos seres que quieren llenarse del otro hasta mas no poder. El mundo se colapsa en si mismo, dejas de felarme, te levantas y te acuestas sobre mi, tu cara frente a la mía...Me miras con esa mirada de niña cachonda y traviesa que me hace recordar lo que vendrá...Respiro profundo y la sangre me sigue hirviendo por dentro.
-Tu turno- me dices, sonriendo...
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